Hola viernes, ¿Qué tal?
Yo estoy bien. Algo cansado… pero no es ninguna novedad en mi. Tampoco es que haga por mejorarlo…
Esta semana que acaba ha sido larga, pues para mi comenzó el pasado jueves 1, cuando una vez finalizada mi jornada laboral en la fundación para la que trabajo desde hace casi 2 años, me subí al coche junto a Álvaro para poner rumbo a Gallocanta, donde nos estaría esperando Iván, cerveza en barra, comenzando un nuevo fin de semana de grabación, y ya irán 5. Qué feliz me hace este proyecto.
Últimamente no paso casi una sola semana completa en casa. Viajes, sesiones, encuentros sociales,… Alicante, Valencia y Barcelona son los ejes centrales de mi mes a mes y para qué engañarnos, conforme asoma una semana con tintes de monotonía, soy yo el que inventa algo para romperla. Una montaña nueva que subir, una ruta nueva que caminar, un nuevo proyecto fotográfico que conlleva una nueva reunión,…
Me desvío.
Nunca me ha gustado mucho madrugar, aunque paradojas de la vida, tampoco soporto levantarme tarde, siento que desperdicio día. ¿Levantarme a una hora intermedia? Raro, soy de extremos, así que puestos a elegir, suelo madrugar. En parte, porque me gusta esa cierta magia de levantarte cuando el resto aun duerme… sentir ese silencio, ese frío, esa oscuridad, ese olor diferente en la ciudad o en el campo,….
También tengo que decir que desde siempre me ha gustado cansarme, hacer cosas sin parar, meterme en todo lo que pueda, incluso cuando poder no es posible (Como diría M. Rajoy). ¿Puede que incluso las almorranas vengan por ser culo inquieto? No lo sé, lo miraré.
Pero algo que sí ha cambiado en mi durante los últimos… ¿Dos años?, es que cada vez más, aún durmiendo y parando poco, soy capaz de disfrutar todo cuanto hago de una forma más consciente, pausada y relajada. Contradictorio, ¿Eh? Y, ¿Por qué? Pues creo que simplemente porque ahora lo que hago, lo hago por puro amor y pasión, incluso mis relaciones personales, y es que en eso, también es muy importante dejar la paja en el campo y llevarte a casa solo el grano. Acabo de cumplir 38 años, si no llevas eso aprendido ya a estas edades… mal.
Y es que, como hablaba a principios de esta semana en Barcelona con una de las mejores personas que me ha podido regalar la fortuna y Couchsurfing, ya hace tiempo que soy consciente de que dentro de mi habitan distintos Antonio y que todos convergen dentro de uno mismo. Antes trataba de frenar a algunas de esas bipolaridades, bien por exigencias propias del guion de la vida como querer emprender un negocio propio, tener una relación estable, alcanzar el éxito económico, ser querido/admirado por todos o simplemente por mis propios miedos al fracaso de perder privilegios o a seres queridos por el camino. Hoy en día sin embargo, todas esas caras de un mismo dado, parecen haber encontrado cierto equilibrio y yo, simplemente agradezco convivir con un pedacito de cada una de ellas.
También ha cambiado algo más… Ahora todo tiene una finalidad.
Me di cuenta de que trabajar por el mero hecho de obtener un beneficio económico o un reconocimiento social no solo no me hacía feliz, si no que me estresaba, sobre todo si el negocio era mío y por ende, le tenía que dedicar las 24h, 7 días a la semana para llevarlo con éxito.
Ahora en cambio, trabajo para una fundación de renombre que desarrolla proyectos humanitarios y medioambientales en países como India o Nepal y el resto de mi tiempo, lo dedico únicamente a Voorpret, un proyecto personal destinado a disfrutar del lado más artístico, documental y humanitario de la fotografía, una de las grandes pasiones de mi vida. Y lo que sobra, a subir montañas, hacer fotografías sin ningún tipo de pretensión más que la de gustarme a mi mismo y a socializar solo con quien sé que me aporta algo nutritivo.
Y es que solo cuando sales de la jaula o miras más allá de tu órbita, eres consciente de todo lo que te estabas perdiendo, ya sea por tus propios miedos al cambio, por la inseguridad en ti misma/o o por ese triste freno que supone sentir que tus decisiones afectarán negativamente a segundos o terceros actores.
En fin, que mañana es sábado. Mi hermana está recorriendo el sudeste asiático, así que yo me quedaré en casa cuidando de mis dos perretes más el suyo, al tiempo que le daré una vuelta al huerto, pues he visto que han salido hierbas no deseadas entre las habas y a las patatas tocará rascarles un poco la tierra, que ya están empezando a nacer. Luego aprovecharé para acurrucarme en el sofá junto a Afri, que con 16 años empieza a sufrir los achaques de la edad y no pienso alejarme de ella en sus últimas aventuras. Intentaré leer un rato, editar algunas fotos y a la tarde a última hora, si no llueve mucho, saldré a correr por la montaña en dirección al pantano, en cuya orilla siempre me gusta detenerme un instante a descansar en silencio mientras escucho la verbena de ánades reales, fochas, cigüeñuelas y gallinetas propias de cualquier sábado tarde en la sala principal del mundo animal. A la noche, será momento de otras verbenas.
Os dejo mi canción del día:
Bending Hetic
Hasta la semana que viene.